domingo, 3 de noviembre de 2013

Mordor

J.R.R. TOLKIEN, describió la tierra del mal como un páramo yermo, oscuro, tormentoso y con el ojo de Saurón siempre vigilante. Así es nuestro país después del cambio de hora: en horas en las que todavía hay actividad por las empresas, los colegios, las tiendas y las calles la vida es oscura, sombría y las farolas parecen el ojo de Saurón vigilándonos desde lo alto.

Mucho se ha hablado en los últimos meses del huso horario que tenemos. Empiezan a aparecer en la opinión pública muchas voces diciendo que el horario que necesitamos se tiene que parecer más a Portugal o UK, que a Francia o Alemania. Parece lógico ya que el meridiano de Greenwich, que marca la hora en Londres, pasa entre Zaragoza y Lérida.

Hay otros motivos que me parecen más importantes y que se refieren al rendimiento del trabajo en nuestro país: ¿quién sale de trabajar a las cinco o seis de la tarde? Sólo los niños salen del colegio entre las cinco o las seis. Los más afortunados pueden estar en casa a las siete. Muchas empresas siguen dando dos horas para comer. Enfín, que no somos Alemania donde madrugan mucho y cenan también muy pronto.

Costumbres Europeas en un país Mediterráneo.

En cualquier caso, aquí os dejo una entrada de un blog con información más técnica sobre el cambio de hora:

http://tgacebo.wordpress.com/2011/10/26/el-dichoso-cambio-de-hora/

Así que todos los días, a partir de las cinco o seis de la tarde y hasta primavera, las tinieblas cubrirán la tierra y no sólo la meteorología hará que nos parezcamos a Mordor, sino que el cambio de hora ayudará a que todo esté sumido en la oscuridad.

Por cierto. No he hablado del dichoso Halloween. El año que viene prometo una dura entrada para esta costumbre YANKEE que hemos adoptado como auténticos idiotas sin pararnos a pensar que un gran poeta llamado ANTONIO MACHADO ya escribió en Soria leyendas sobre la noche de Todos los Santos. No necesitamos que ningún norteamericano nos enseñe lo que hay que hacer. Y menos si lo han copiado de los Irlandeses.

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