domingo, 25 de diciembre de 2011

¡Feliz Navidad!

En tal día como hoy, no hay pataleo que valga. Os deseo Feliz Navidad. Y para que la disfrutéis, os recomiendo una película para estas fiestas: La Taberna del Irlandés. Dirigida por JOHN FORD y protagonizada por JOHN WAYNE y LEE MARVIN. No podéis dejar de ver la celebración Navideña que nos regala el gran director. ¡FELIZ NAVIDAD!

domingo, 18 de diciembre de 2011

El cliente tiene ¿siempre? la razón.

Siendo un niño de diez años (año arriba, año abajo), me llamó poderosamente la atención un póster que vi en una tienda en donde se explicaba "El reglamento de El Jefe". Las tres primeras reglas eran las siguientes:

1.- El Jefe tiene razón.
2.- El Jefe tiene siempre razón.
3.- Si el Jefe no tuviera razón, se aplican los artículos 1 y 2.

Muchos años me costó entender aquello. Mi paso por la mili y discutir sobre momentos flectores en vigas hiperestáticas con un comandante reforzó mi comprensión acerca de tan complejo tema.

Gracias a Dios, en ciertos ámbitos podemos aprovecharnos de las tres primeras reglas de El Jefe. Me refiero cuando vamos de clientes a comprar en la tienda X. Lo digo porque hace unas semanas me contaba una lectora de este blog lo mal que le trataron en la tienda de toda la vida. Su indignación le llevó a decidir no volver más. Efectivamente, el mercado de libre comercio en el que vivimos, nos permite elegir entre muchísimas ofertas. Así que los vendedores desagradables (cada vez hay menos, pero a veces te topas con alguno de ellos) tendrán que hacer de tripas corazón y pensar que si no le caigo bien al cliente no volverá por mi comercio.

Yo voy a contar una cosa que me sucedió en el OTANO. No me importa poner el nombre con mayúsculas ya que aquel día me faltó poco para escribir una carta en el periódico local. El Otano es uno de los mejores restaurantes de Pamplona. Está en el casco viejo en la calle San Nicolás. Digo que es uno de los mejores porque cuando me preguntan por el, siempre digo que es muy bueno porque lo es... aunque yo haya jurado no volver a pisarlo. Y es que "lo cortés no quita lo valiente". ¿qué me pasó en el Otano? Pues que hace cosa de cinco años fuí a comer un sábado cualquiera y comí estupendamente. Pedí la cuenta y tardaron tres cuartos de hora en traérmela. Esto no es de recibo en un restaurante de esta categoría. Aunque yo no tenga pinta de rico y no sea cliente habitual. Así que, como en Pamplona habrá varias decenas de restaurantes de todo tipo, he jurado no volver. Otra cosa que hice aquel día en el Otano fue no dejar propina. Siempre suelo dejar propina cuando el servicio es bueno (es decir, casi siempre). Mi desprecio hacia el trato recibido aquel día empezó por no reconocerles ese extra y, siempre que me preguntan por el restaurante en cuestión, siempre digo que no pienso volver.

Como esta, podemos tener muchísimas anécdotas y sucedidos. Mención aparte merecen las compañías telefónicas. Sobre ellas pienso desahogarme otro día despacio porque se merecen no una, sino varias entradas.

Ya sabéis, si os tratan mal, siempre hay otra tienda de lo mismo muy cerquita. Ahora, si como ANTONIO BANDERAS en DESPERADO, os encontráis un cartel que pone "The client is always wrong", desconfiad.

domingo, 11 de diciembre de 2011

Competentes, incompetentes y otros

Hace unos días leí la siguiente noticia en un diario digital:

"El 31% de los españoles está sobrecualificado para su actual empleo"

Es decir: casi la tercera parte de los que tienen un empleo en este país va "sobrado". Puede ser que la preparación sea ligeramente superior a la requerida o nos podemos encontrar a todo un ingeniero de caminos, canales y puertos de dependiente en el Decathlon. Este último caso, entraría de lleno en la actual masificación de la Universidad Española (de esto ya hablé hace cosa de un mes) lo que hace que "sobren" titulados superiores.

Sin embargo, creo que es mucho más interesante dar la vuelta a la estadística: si el 31 % de los españoles está sobrecualificado, ¿qué pasa con el 69 % restante?

Podríamos tener dos casos claros: el primero (y espero que fuera el mayoritario) que fueran trabajadores que están perfectamente delimitados en sus cometidos. El cambio de puesto de estos trabajadores debería estar acompañado de una serie de cursos, o, como se dice ahora, de la adquisición de una serie de habilidades y competencias que hicieran que la cualificación para el nuevo puesto fuera la correcta. El segundo de los casos es preocupante: ¿cuántos trabajadores de este país no están capacitados para desempeñar el puesto que tienen? Es decir, ¿hasta qué punto se cumple el principio de Peter: http://es.wikipedia.org/wiki/Principio_de_Peter ? O peor, ¿existen verdaderos incompetentes en puestos de relevancia?

Supongo que el lector se sabrá contestar según las experiencias de cada uno. Yo por mi parte, me sigo preguntando si se están haciendo bien las cosas. Noticias como esta, que pasan desapercibidas, son pequeñas muestras de que las cosas no se están haciendo bien.

domingo, 4 de diciembre de 2011

LADRONES

Vivo en un pueblo de unos mil habitantes. En uno de tantos que existen en Navarra y cerca de la comarca de Pamplona. Desde hace un par de meses, hemos sufrido una intensa oleada de robos en las casas y chalets de nuestro pueblo y de los alrededores.

Ayer estuve hablando con una de las vecinas afectadas. Son varios los matices que quiero destacar:

En primer lugar, la gran sensación de indefensión e inseguridad que se le queda a uno cuando le entran en casa y le destrozan absolutamente todo en un tiempo récord.

En segundo lugar, la impunidad con la que actúa esta gentuza.

En tercer lugar, la total falta de confianza en la justicia (este aspecto es especialmente grave).

Ante estos aspectos, me pregunto, principalmente, una cosa: ¿vivimos en una sociedad segura y justa? Pues desgraciadamente la respuesta es NO. Un rotundo NO. Además, la impresión que tiene la gente de la calle es esta: ni seguridad ni justicia.

Otra de las cosas que quería destacar es que los rumores siempre apuntan a bandas de inmigrantes. Creo que ha habido un gran descontrol en la inmigración en los últimos años y, con el agravante del paro, proliferan los actos delictivos.

Quiero dejar claro que a veces somos injustos apuntando a un colectivo. Me explico: donde vivo hay una importante comunidad de Rumanos. Son gente trabajadora, que aprende el idioma y las costumbres, que se integra en la sociedad a la que llega y que, además, realizan EXCELENTEMENTE los trabajos a los que se dedican. Me parece injusto que siempre que se hable de bandas de ladrones se diga: "son Rumanos". Como si pudiéramos juzgar a todos por unos pocos impresentables. Cuando le preguntaron a  WINSTON CHURCHILL que opinaba de los franceses, contestó: "No conozco a TODOS los franceses".

En cualquier caso, seguimos sufriendo el ataque de los amigos de lo ajeno. Gente cobarde que actúa con impunidad en las sombras y aprovechando nuestros descuídos. Que nos vigila para saber qué hacemos y que viola nuestra intimidad y nuestras posesiones. Posesiones que a veces nos cuesta duro trabajo ganar y que estos indeseables nos destruye en pocos minutos.

Que queréis que os diga: procuraré dejar siempre todo bien cerrado aunque sé positivamente que cuando quieran entrar en mi casa lo harán sin mayor problema. Tendremos que convertir nuestras casas en fortalezas para vivir tranquilos. Sólo me queda la actitud inteligente de hacer un control de daños previo y, por supuesto, el recurso de el pataleo.