domingo, 10 de abril de 2011

A todos los que sonréis... ¡GRACIAS!

Esta semana, y por tercera vez este año, he tenido que ir a la nave de la ITV para pasar la Inspección a los tres vehículos que pululan por mi casa: el mío, el de mi mujer y el de mi suegro.

No quiero dejar pasar la ocasión de destacar la profesionalidad y buen hacer de la gente que se pasa todo el día en una tarea bastante monótona y repetitiva, en la casi-intemperie (digo "casi-intemperie" porque, aunque es una nave bastante grande, es como si no tuviera paredes). Las tres veces (y supongo que será un buen dato para huir de la casualidad) me han tratado con mucha amabilidad, sin brusquedad y, lo que es más importante, con respeto.

En los días que corren, todo esto es importante. Existe mucha gente anónima que nos hace la vida más fácil y, además, lo hacen con buenas maneras. Recuerdo igualmente, el día que fuí a sacarme el pasaporte el último verano (hasta ahora no me había movido de la CEE, que le vamos a hacer). La oficina en la que se expede el DNI, pasaportes y otros documentos siempre tiene unas colas de impresión además de tener gentes de todo tipo. La paciencia con la que los agentes de policía y funcionarios hacían que todo fuera bastante bien "engrasado" era admirable. Lo que más me llamó la atención es que se imponía orden sin tener que levantar la voz y el ambiente era tal que la gente hacía sus papeleos sin nerviosismos y de manera ordenada.

A lo mejor son casualidades y cualquiera que lea esta entrada se acuerda de algún pariente de algún funcionario, pero creo que es de justicia agradecer la labor de estas gentes, muchísimas, que están de cara al público.

Los mecánicos de la ITV, los que nos venden las entradas en el cine, camareros en bares y restaurantes, los chicos de las gasolineras, la gente que nos atiende en las distintas delegaciones de los ministerios, los que nos cobran en los peajes, los que gestionan las colas y las atracciones en los parques temáticos, farmaceúticos, cajeras en los centros comerciales, enfermeras, celadores en los hospitales y un tan largo etcétera de gentes anónimas que, de cara al público, nos dan servicios todos los días.

Si además, todo esto se hace con una sonrisa, la vida es más fácil. Sobre todo en los tiempos de pesimismo y depresión que corren. A todos los que sonréis... ¡GRACIAS!

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