sábado, 15 de febrero de 2014

El dinero público no es de nadie

Está claro que cuando uno tiene la cuenta corriente bien repleta, gasta sin medida. Uno se da el gustazo de comprarse todos los caprichos posibles. Aunque muchas veces tengamos cosas que ni necesitamos ni sabemos para que queremos. El caso más gracioso que he tenido ocasión de presenciar, es aquel señor en el parque Nacional de Timanfaya que iba con su cámara reflex digital de más de mil euros que se colgaba del cuello con orgullo. Ahora... un par de detalles al sacar fotos delataron que no sabía que había más opciones que el "modo automático". En fin.

Parece que los últimos años, con una crisis galopante después de un gran tiempo de bonanza, han demostrado que el derroche sin ton ni son, llega a todos y cada uno incluidos los dirigentes políticos. Es ahora cuando se empiezan a encontrar todas esas cosas que ni sabemos porque hemos comprado y, lo que es peor, no sabemos que hacer con ellas.

Pues bien: esta semana he encontrado la página web que recoge algunos de esos ejemplos. No tiene desperdicio. Y no sólo por tener un montón de infraestructuras inútiles, sino porque deja en evidencia nuestra profesionalidad... (¡ojo! profesionalidad que sí tenemos y que en manos de los políticos desaparece...)

Ahí va la web. Que la disfrutéis:

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