sábado, 22 de enero de 2011

Diálogo de adultos

No hay manera de escribir sobre las rotondas. El tema es tan amplio, que voy a necesitar más de una entrada. Además, el periódico local (Diario de Navarra) ya ha sacado el tema esta semana a primera página y de manera muy amplia. En cuanto ordene mis ideas, me pondré manos a la obra.

Esta semana he estado con un profesor universitario con el que he tenido ocasión de comentar las entradas de mi blog. Me insistía en que tenía que leer el libro de Stephen Covey: Los 7 Hábitos de la Gente Altamente Efectiva. Yo le dije que empecé a leerlo hace un par de años pero que no pasé de la introducción. Y no pasé de la introducción porque encontré un término (que ya había oído en más de una ocasión) que me "rechina" y que no puedo con el. Se trata del (a mi modo de ver) mal llamado "Diálogo de Adultos".  Podemos encontrar expresiones tales como:

* "Este problema se soluciona con la premisa de que tiene que haber un diálogo de adultos"
* "La situación de esta empresa se arreglaría con un diálogo de adultos entre dirección y trabajadores"
* "Para entender la problemática tenemos que entrar en un diálogo de adultos"

y majaderías similares.

Cuando oí este término por primera vez, la verdad es que me pareció de lo más serio e inteligente, pero con el tiempo me da la sensación de que es una excusa para zafarse de una situación complicada.

He seguido dándole vueltas a la cabeza y, como siempre, he buscado el término en el diccionario. La RAE dice lo siguiente:


adulto, ta.

(Del lat. adultus).

1. adj. Llegado a su mayor crecimiento o desarrollo. Persona adulta. Animal adulto. U. t. c. s.

2. adj. Llegado a cierto grado de perfección, cultivado, experimentado. Una nación adulta.

3. adj. Zool. Dicho de un animal: Que posee plena capacidad reproductora.


Dese cuenta el lector, que el tema se empieza a complicar. ¿quién es el valiente que decide cuándo uno llega a su mayor desarrollo o perfección? Me empecé a dar cuenta de que la gente que "esgrime" esta terminología tiene un cierto grado de prepotencia. Así que seguí buscando rebatir la expresión y encontré la herramienta perfecta: un libro titulado "EL PRINCIPITO" escrito por ANTOINTE DE SAINT-EXUPERI.


Basta con leer el primer capítulo para enteder de qué se trata este "diálogo de adultos". Saint-Exuperí, lo capta de una manera admirable y nos muestra ese "ser niños" que jamás debemos olvidar y que nos hacen ser lo que somos. Dejaré para otro día otro libro escrito por RICHARD BACH titulado "Juan Salvador Gaviota" con cierta relación con el diálogo de adultos pero con otra perspectiva.

Y para no perder la costumbre de hablar, además de libros, de cine os diré que el próximo martes 25 de enero, presentaré, en la Escuela de Arquitectura de Pamplona, mi película favorita en el ciclo de cine que está teniendo lugar allí: EL HOMBRE TRANQUILO de JOHN FORD. Os invito a asistir a los que podáis.