domingo, 29 de abril de 2012

La imperiosa necesidad de aprender a escuchar

Una de las tareas que se me ha encomendado, como profesor universitario, es la de dedicar unas horas a la semana a atender a nuestros alumnos. Bien sea para resolverles dudas en lo académico, bien sea para orientarles en la manera de "atacar" la carrera.

Sin embargo, estas últimas semanas han sido ligeramente distintas. Y es que no sólo han venido alumnos a mi despacho, sino que también he atendido a otros profesores, a algún que otro profesional amigo mío o ex-alumnos. Me ha parecido tan llamativo, que me he preguntado que es lo que está pasando exactamente.

Pues es muy sencillo: la gente necesita ser escuchada. Lo he comentado alguna que otra vez en alguna otra entrada de mi blog. Tenemos una sociedad en la que la comunicación está a la orden del día: redes sociales, móviles de última generación, medios para facilitar el contacto como Skype (u otras herramientas) y cientos de miles de millones de blogs para que nos lleguen cantidades ingentes de información. Pero...

Pero la gente necesita comunicarse con otra gente porque somos seres sociales y tenemos que tener delante a otro para poder expresarnos y realizarnos. La pantalla de un ordenador o de un móvil o de una tablet, aunque la tecnología nos de la posibilidad de poder hacer videoconferencias, no es más que algo frío y sin alma. Vivimos, pues, en una sociedad en la que la facilidad de comunicación es enorme, pero sin embargo, nos estamos deshumanizando.

Y es que vamos camino de convertir nuestro mundo en una inmensa AXIOM (¿habéis visto WALL-E?). Las pantallas nos están dejando ciegos. Vaya contrasentido.

Gran trabajo el de profesor. No sólo enseñar el saber, también escuchar a los demás. Se aprende muchísimo escuchando. Esta semana he descubierto que tenemos muchos jóvenes con grandes virtudes y con unas actitudes ante la vida que me dejan fascinado. Con gente como ellos no sólo salimos de cualquier crisis, sino que haríamos un mundo muchísimo mejor si se les dejase.

Pues  eso: que con dos orejas y una boca, hay que escuchar el doble de lo que hablamos. Y la gente necesita, más que nunca, que otra persona, sin tecnología de por medio, la escuche.

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