Cuando, de cara a la opinión pública, una persona cualquiera suelta una obviedad, ¡malo! A mi modo de ver, eso puede significar tres cosas:
1.- Que se nos toma por tontos.
2.- Que el que suelta la obviedad acaba de caer en la cuenta de que eso es así, y nos lo comunica como el último descubrimiento de la historia.
3.- Que no hay otra cosa que decir, y se suelta una máxima obvia para tener contento al personal.
Animo al lector a estar atento porque la cantidad de obviedades escuchadas en los últimos días, meses, años, es enorme y llega a ser preocupante.
Como una imagen vale más que mil palabras, aquí os dejo un ejemplo de obviedad en grado sumo que encontré y fotografié en uno de mis viajes. Como una tontería bien adornada siempre queda bien, no os fiéis de los adornos y halagos que se haga en cualquier discurso porque se esconderá, detrás, el vacío más absoluto. Siempre es bueno pararse y analizar bien lo que se nos dice. Enfín: aquí os dejo, para disfrute de todos, la obviedad:
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