sábado, 15 de marzo de 2014

Comerciales agresivos

Hace ya muchos años que vivo de lo que gano. Hace ya muchos años que no necesito de mis padres para saber lo que tengo que hacer. En la emancipación uno aprende a buscarse la vida y a saber lo que uno quiere.

En este contexto, explicaba en una ocasión a unos amigos, como uno descubre las distintas partes de un supermercado: como las distintas zonas se van abriendo dentro del universo de uno. Al principio sólo parece haber pasta y cerveza y, según van pasando los meses, uno acaba descubriendo la pescadería (que es la última fase de la conquista del súper) y se atreve con cosas más elaboradas.

En la vida, y con todas las cosas, pasa lo mismo: uno va aprendiendo y va encontrando lo que busca.

Sin embargo parece ser que hay empresas empeñadas en pretender enseñarte lo que tienes que comprar. Aquí es en donde aparece el comercial agresivo: te quiere vender cosas que ni quieres, ni entiendes, ni necesitas. O a lo mejor si necesitas, pero como el comercial entra a invadir tu LIBERTAD (sí: con mayúsculas), el producto ofertado pasa a ser (en mi caso) totalmente rechazado.

Los comerciales agresivos son de dos tipos: los que te llaman al teléfono o los que se plantan en la puerta de tu casa. Que quede bien claro que el tipo o tipa que está al otro lado del teléfono o al otro lado de tu puerta es un mandado. Hay alguien en un despacho cómodamente sentado que manda con agresividad al comercial de turno.

Al final uno se harta de la invasión de su tiempo y espacio. ¿es que mi tiempo no vale? Cuando el comercial se planta en la puerta de tu casa… ¿no piensa que mi intimidad, mi tiempo y mi espacio están siendo violados (palabra un poco fuerte, pero necesaria)? Cuando llaman por teléfono y empiezan a hablarte con una voz acaramelada, ¿no piensan que en ese momento tengo cosas más importantes que hacer que estar escuchando una oferta que no quiero?

Esta semana que termina he tenido en la puerta a un comercial. Me vendía alarmas domésticas. Habían robado hace unos días en una vivienda próxima y se ve que era el mejor momento para hacer negocio: cuando uno está asustado con la posible invasión de su casa. Desgraciadamente, la única analogía que se puede hacer en esta ocasión es la del animal carroñero. Máxime cuando, con la aparición del buen tiempo, este mismo comercial había estado unos días antes del robo.

Le hice entender al sujeto que no tenía ninguna gana de hablar con él de absolutamente nada. Probablemente, no de la mejor manera, pero espero que haya entendido que, si yo quiero algo, ya soy mayorcito para buscármelo por mi mismo.

Bueno, y si me roban, siempre me quedará el recurso del pataleo. Por si acaso, ya he hecho un control de daños previo.

2 comentarios:

  1. Contrate un seguro Mr. Glass. Tal vez le salga más barato.

    O cómprese un pitbull,

    o mejor una pantera.

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  2. Anda que si le roban el crucero imperial. Menuda put....

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