sábado, 5 de abril de 2014

La nueva droga

Hace unos días fui a comer a los comedores de la universidad en la que trabajo. Me puse a la cola a esperar e, inmediatamente, llegaron tres jóvenes universitarios que, sacando sus teléfonos móviles, se pusieron a mirar y toquitear la pantalla como si no existiera nada más alrededor.






No es la primera vez que escribo sobre el tema. En los días que corren no es necesario inyectarse ninguna sustancia, ni fumarla, ni esnifarla: basta con comprarse un teléfono móvil de última generación con pantalla táctil y pagar una tarifa plana mensual y, por un euro más al año, instalarse la aplicación Whatsapp. No falla: allí a donde va uno se encuentra escenas de adicción al móvil.

A lo mejor no es así. ¡Ojalá! No obstante, la última que me han contado es en una reunión de una empresa en la que el tipo que estaba hablando no dejaba de mirar, mientras hablaba al resto, la pantalla de su smartphone. El director de la empresa, enojado, le preguntó si estaba twiteando la reunión...

Tanta posibilidad de comunicación y nos olvidamos de mirar a los ojos. ¿será que el móvil es una nueva forma de dominio?

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