domingo, 4 de septiembre de 2011

El extraño encanto del vinilo

Ayer me traje de casa de mis padres mi viejo tocadiscos. Un Marantz que tiene casi 20 años. Mientras lo instalaba en la cadena y miraba algunos de los discos que me había traído (no me dio la vida para traerme el montón de discos que había en el armario) pensaba que a veces el progreso destruye inevitablemente cosas que tienen un encanto especial.



Y es que el vinilo tiene una magia que las nuevas generaciones no entenderán. El sonido que hace cuando la aguja toca el disco, el sonido inigualable frente al CD o la reproducción digital (es una pura cuestión física: el vinilo nunca será superado por el sonido digital por perfecto que este sea) y, finalmente, la cultura de la compra del LP (la búsqueda de ese disco que no encontramos o que está descatalogado o que nos dicen que se dejó de editar hace siglos...) lo hacen merecedor de toda mi admiración.

Otro de los encantos son esas portadas de gran tamaño. Las letras impresas en la funda. El dar la vuelta al disco para cambiar de cara.


Me acordaba de NICOLAS CAGE en "La Roca" pagando 600 dólares por un ejemplar de un LP de los Beatles aludiendo que era un "Beatlemaníaco" y que, por supuesto, el vinilo sonaba mejor... o de "Pulp Fiction" cuando Vincent Vega (JOHN TRAVOLTA) llega a la casa de Marcelus Wallace y suena en el tocadiscos "The son of the preacher man".

Salvando las distancias, hace unos meses me descargué para iPhone, con total nostalgia, los juegos de consola Atari 2600. Los comentarios que había en la página de la AppStore eran de total desconocimiento ya que la gente lo descargaba y luego decía que era una basura. Desde luego, esta gente no había vivido el comienzo de la industria del videojuego.




A lo mejor me tachan de nostálgico (que lo soy), pero el saber como eran las cosas antes nos ayudan a apreciar y a valorar mucho más todo lo que tenemos ahora. Yo seguiré poniendo mi tocadiscos y defendiendo que suena mejor que el CD.


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