domingo, 8 de enero de 2012

La quinta parte

La quinta parte, o el 20%, es dividir algo en cinco partes y quedarse con una. Si nos referimos a dinero y suponemos que algo cuesta 100 euros, la quinta parte son 20 euros. Podemos aplicar la proporcionalidad a la cantidad que queramos.

Cuento esto porque tengo un Volkswagen Golf del año 2004. Este coche llevaba unos días haciendo "extraños". Entiendo por "extraño" algo que no para el coche pero que hace que no funcione bien. Así que lo llevé al taller A. En el taller A, después de tenerlo un par de horas, me llamaron para decirme que había que cambiarle una pieza (un inyector-bomba) cuyo coste era 600 euros (sólo la pieza) y que sumando IVA, horas de trabajo y la posibilidad de que hubiera que cambiar otra pieza en el transcurso de la reparación, la avería se me quedaría en unos 1000 euros.

Afortunadamente, ni el taller A, ni ninguno de los alrededores, disponían de dicha pieza. Como llegaban las vacaciones de Navidad, no tuve ocasión de dejar el coche en el taller A para que me arreglasen el vehículo.

Pasaron las vacaciones y un amigo me recomendó ir al taller B para que pidiese una "segunda opinión" (como si fuera esto una enfermedad cualquiera). Así que, como me fío mucho de este amigo, acudí al taller B. Allí les expliqué el problema y se quedaron el coche para hacerle pruebas. Me llamaron al día siguiente diciéndome que mi Golf estaba arreglado. Fuí, lo probé con el dueño del taller B y me convencí de que ya no hacía "extraños". El mismo mecánico me dijo que lo probase bien unos cuantos días por si había que hacerle algún ajuste. Total de la factura: 175 euros. No hubo que cambiar todo el inyector-bomba sino sólo los cables que lo controlaban. La quinta parte de lo que me dijeron en el taller A.

A lo mejor en el taller B se han equivocado y, efectivamente, me tengo que gastar una gran cantidad de dinero en arreglar mi coche. No obstante, me han dado una alternativa de una reparación más económica y menos traumática. Llevo más de 500 kms desde que salí del taller B y el coche no ha vuelto hacer extraño alguno. Parece que dieron en el clavo.

En los tiempos que corren es necesario, no sólo ser profesionales de verdad, sino ser capaces de dar soluciones económicas. Probablemente si volviéramos al taller A, nos explicarían que la reparación hecha por el taller B no garantiza la calidad y que seguramente es un parche que nos dará otra serie de problemas en el futuro. Lo que sí sé es que soy ingeniero y que cuando hago algún trabajo para una empresa siempre pienso en dos cosas: profesionalidad y economía: cosas bien hechas que permitan a la empresa ganar, no perder dinero o hacer trabajo innecesario.

El tiempo dará la razón al taller A o al taller B. Lo que sí puedo decir es que el taller A no volverá a ver abierta mi cartera nunca más.

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